La ética, es concebida como algo tan ajeno a nuestra vida cotidiana, como si solo estuviera encarcelada en el terreno de la filosofía o la religión. Tan alejada de la vida práctica, del sentido común y del espacio cotidiano. Como si fuera una idea gaseosa que solo debe ser enunciada cuando existe un acto ruin, delincuencial, o vejatorio de las leyes.
Un día un buen amigo me hizo una pregunta: ¿Cómo enseñar ética?. Justo cuando iba a responder y explicar una serie de criterios de importancia del curso, lo llaman y me quedé con la palabra en la punta de la lengua; sin embargo me permitió reflexionar sobre la perorata que iba a recitar. Reflexioné profundamente sobre, no solo, en su importancia, sino en la eficacia de la misma. ¿Realmente se puede hacer un cambio, en un curso de ética?
Desde mi experiencia, estudios y creencias la respuesta a la última pregunta es un rotundo “Sí” se puede hacer un cambio. Estudiar cómo se forma el carácter, que según Adela Cortina es la pieza fundamental en la cual se configura la ética, es la clave del proceso de enseñanza aprendizaje; que revisemos nuestras maneras de actuar, el cómo estamos creando una predisposición a seguir virtudes o vicios, que al final pueden estar afectando su propia búsqueda de la felicidad.
Pero no teoricemos tanto, ¿Se debe de hablar de ética en una clase, sin tener el imperativo de practicarla en nuestra vida cotidiana? ¿Qué opinas?
Por Lic. Angel Crovetto

No hay comentarios.:
Publicar un comentario